Marypepa y Dolores son dos mujeres que han trabajado juntas en el mismo hotel, situado en Jaén, más de 20 años, como camareras de piso. A parte del trabajo, la amistad también fue creciendo y las fue uniendo, haciéndose mas cercanas con los años. Ya no solo disfrutaban solas, sino que muchas veces compartían eventos familiares, fines de semana, barbacoas en casa y pequeños viajes.
Pero, aparte de la familia, eso sí, igualmente tenían un hobby en común, que era y sigue siendo el bingo. Durante casi 15 años hasta el día de hoy , han ido las dos juntas al bingo, cada viernes, con las propinas que ahorraban, que no eran pocas.
Antes de que empezara la tediosa y dura temporada de verano, fueron, como siempre, el viernes después de trabajar al Bingo. A lo largo de todos estos años, habían ganado pequeños bingos que compartían para pequeños gastos y caprichos, pero acordaron que si a una de las dos, le tocaba un bingo gordo, que lo repartirían entre ellas. A veces de la teoría a la práctica hay un largo trecho, pero este no era el caso. Volviendo al viernes, salieron de trabajar, se ducharon y se pusieron guapas antes de salir del hotel, y se dirigieron a su Sala de bingo habitual.
Entre amigos, las chicas del bingo ya conocidas y como de la familia, algún que otro Vinito Blanco para alegrar la noche, comenzaron a jugar sus cartones y las rondas de bingo. Al principio parecía, que fuera como cualquier otro viernes que siiii, siii, pero, ainssss, esa última bola no caía.
Seguían jugando , charlando y divertiendose cuando…… Maripepa le dice a Lola: Lola, Lola, que me falta poco, que a ver si esta es , a ver si ya la bola que me falta cae, que bien nos hace falta…………….dicho esto a los pocos segundos sale la última bola y grita, Bingoooooooooooooooooooo Lola, bingoooooo, que he hecho bingooooooooooooooo y que bingooooooo, madre mía de Dios, pero quien se lo iba a imaginar. Lola alzó la cabeza un poco mas y veía que en el otro panel, no solo salia el bingo, sino que un premio más. No solo había ganado el bingo, sino el bingo progresivo de la sala que ya ascendía a 20.000€ y que la última vez que tocó fue haría unos meses.
Maripepa y Lola saltaban como dos chiquillas gritando bingooo , bingoo y todos los que estaban alrededor aclamándolas con aplausos de tanta alegría. Siguieron un poco más con la fiesta que se había montado con cotillones dorados , una botella de cava de la casa y como no, ese cheque con una cifra, que ninguna de las dos había visto junta en su vida.
Maripepa miró a Lola, la abrazó y le dijo, como ya sabes y quedamos y nuestra palabra va al cielo, este bingo lo compartimos las dos. Lola, no se esperaba menos de tan gran amiga y mas que cumpliera con lo que habían acordado hacia ya muchísimos años atrás.
Las dos comenzaron el trabajo de la temporada de verano, como si nada hubiera ocurrido, ya que les quedaba poco para jubilarse y decidieron que mientras trabajaban esos meses, planearían algo especial para darles una sorpresa a sus familias y poder disfrutar todos juntos.
¡OLÉ! Maripepa y Lola, por el bingo y esa gran amistad.
